Parafraseando la poesía de Rafael Alberti podíamos decir: Se equivocó la cigüeña. Se equivocaba. Por ir a zonas más cálidas, fue a Quintana. Se equivocaba...
Bueno, el caso es que mucho antes de san Blas (3 de febrero) las cigüeñas han aparecido en la torre del campanario de la iglesia. Como se han adelantado tanto, pillan nuestro refranero y a nosotros mismos con el pie cambiado; no sabemos qué pensar. Tampoco sabemos si será presagio de buen tiempo, de año de bienes, de nieves, o que se están adaptando mejor que los humanos al cambio climático. De todas formas su crotoreo anima un poco estas fiestas navideñas.
A pesar del NO cambio climático que dicen nuestros amados políticos, Siempre es una alegría tenerlas entre nosotros.
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