QUINTANA DEL PUENTE (Palencia): Frutos del otoño

Miguel Amengual me envía esta pequeña crónica en los primeros compases del otoño en Quintana; también en el pueblo se pueden palpar buenas sensaciones con los cambios de la naturaleza:

"Los días acortan en Quintana mientras el verano se nos escapa de las manos de manera irremediable. Avanza el mes de septiembre y nos acercamos al otoño a toda velocidad. Aún hace bueno pero el pueblo se va quedando cada vez más vacío y un poquito más triste. Ya se fueron los turistas y veraneantes y cerraron las piscinas hasta el próximo año; también El Pico echó el cierre por descanso reglamentario aunque aún nos queda el Suco y La Vasca donde tomar un vino o un refresco. Los trabajadores a trabajar y los jubilados a pasear y a disfrutar de su bien merecido descanso. El otoño llega de nuevo cargado de frutos y de esperanzas, una de las épocas más bonitas del año con sus amaneceres y atardeceres saturados de luces de colores y nubes de algodón. El sol se levanta sobre las colinas del Negredo y a última hora de la tarde se acuesta por detrás de los cerros de Cordovilla. En Vailima maduran las ciruelas y las uvas. Los racimos cuelgan de la parra con la enorme fuerza de la gravedad, las ciruelas se elevan al cielo con intrépida gracia de acróbata. Más sutiles las aceitunas y los madroños, que engordan y colorean despacio (en algo se ha de notar la procedencia de la capital); bellotas de diversos tipos asoman entre las hojas de las diferentes encinas mientras los membrillos, ya de buen tamaño, reflejan la cálida luz del sol de la tarde. Los higos, a su aire, van engordando y madurando sin prisa. Cuidado con los tordos suelta Goyo, que son muy malvados. Pacopús, que es hombre previsor, ya ha echado las redes a su higuera. Algunas rosas lucen hermosas por despedir un verano que se pierde entre los recuerdos y las sonrisas que se difuminan en el tiempo".